Te duelo,
desde atrás,
desde dentro,
desde que florecí te duelo.
Te duelo en las orillas
amargas de los ojos.
en el éxtasis hambriento de los dedos
te duelo desde lejos
desde el insomne pálpito
te duelo.
Condóname la pena de tu enojo
y siémbrame en la herida
en que te nazco,
desnuda ,sin ambages ni abalorios
humildemente hombre
sencillamente todos
y no te dolerá más mi ternura
ni el alma rezumando por mis ojos.
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