Desnuda,
sin nudos en el cuerpo,
desprovista de manos que te abarquen,
ciega de ojos que creen que te contemplan.
Huérfana de oídos y de rostros,
solo así puedo saber quien eres,
entonces estarás en mi
porque nada hubo diferente;
sólo el misterio del nudo que se corre.
Latimos en la misma fibra
del cordel ardiente,
y nos creemos solos
como nudos quietos,
Juguemos hoy a desnudarnos
a ser amantes del fuego que se expande.
Quiero tu corazón desnudo como el mío,
cuyo único poder sea aspirarse
respirarse en amante movimiento,
y despertar por fin,
y despertarte.
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