sábado, 14 de mayo de 2011

Bombardeo Mercado Central Alicante.28 Mayo

Era un día de mercado,

José amontonaba panes

que le quemaban las manos,

en otra calle Juanita

sobre el puesto del pescado,

tejía las pescadillas

de espantados ojos blancos,

cola arriba aleta abajo

para que Juan la mirara

mientras le ardía el regazo,

y Juan desde las verduras

con un limón en las manos,

se devoraba a Juanita

soñándola entre sus brazos.

Era un día de mercado.

Manuela lleva su hijito

hasta el puesto de don Paco,

que siempre le da rosquillas

cada vez que dice un ajo.

Era un día de mercado.

Antonio, Pedro y Felipe

ya por fin han descargado,

y la mañana aparenta

otra mañana con manos,

que vuelan desde el umbral

de las patatas con barro,

hasta el sueño de una boca

con el bolsillo pegado,

por la guerra del bastardo

caudillo de los bastardos,

que con su garra fascista

mordió a España en el costado.

Por los cielos de Alicante

vienen sus perros ladrando,

se los prestó Mussolini

el carnicero italiano.

Mientras Europa se calla

mi pueblo es despedazado.

Y las bombas de los perros

van cayendo y explotando,

María queda sin ojos

sin cara se queda Pablo,

las natas de sus cabezas

son linimento del viento

que ruge desconsolado.

Ensordecidos de acero

los niños de doña Aurora

ya son pasto de los truenos,

luciérnagas de la noche

que se ha tragado el silencio,

mientras la muerte cabalga

furiosa sobre un caballo,

que hiere con coces negras

las manos blancas de Juanjo.

Ni Aurora ni Rosa viven,

son amasijo y quebranto

del cielo que ya sin techo

se apodera del mercado.

Las arterias ya vacías

se esconden en los harapos,

mientras la sangre palpita

reunida toda hacia abajo,

queriendo llegar al mar

donde jugaron sus manos.

Esto pasó en Alicante,

era un día de mercado.

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